Protégete del frío antes de que aparezca

Durante el otoño nuestro cuerpo se va preparando para el progresivo descenso de las temperaturas que darán paso al invierno. Una de sus consecuencias es que contribuye a disminuir  las defensas a la par que favorece muchas enfermedades respiratorias como resfriados, gripe, bronquitis y neumonía, entre otras.

Además, el frío agrava enfermedades crónicas, sobre todo cardíacas y respiratorias, ya que hacerle frente supone un gran esfuerzo para todo el organismo. El frío extremo es un riesgo para la salud siendo los principales peligros directos la hipotermia y la congelación.

 

Recomendaciones para el espacio de trabajo

A través de su página web, la Comunidad de Madrid recomienda procurar un buen aislamiento térmico de viviendas y oficinas evitando corrientes de aire y pérdidas de calor. En principio, una temperatura entre 20 y 22⁰C debe resultar adecuada.

En ausencia de un correcto sistema de calefacción debemos evitar estar parados. Es más, debemos movernos cada cierto tiempo ya que la actividad física genera calor y ayuda a combatir el frío.

En cuanto a la ropa, en esta época es recomendable vestirse por capas puesto que, al formar cámaras de aire aislante entre ellas, varias prendas finas protegen más que una sola gruesa.  De esta manera, también resulta más fácil ir quitándolas según se vaya entrando en calor.

Al salir del trabajo

Antes de salir de casa o de la oficina, es imprescindible mantenerse  siempre informado sobre las previsiones meteorológicas. En caso de ser desfavorables, lo idóneo sería permanecer resguardado, pero si no puede evitarse hay que actuar teniendo en cuenta las siguientes precauciones:

  • Utiliza preferiblemente una prenda de abrigo que sea resistente al viento y la humedad. Además, asegúrate de proteger bien el cuello, los pies y las manos ya que son las primeras zonas en perder calor.
  • En caso de lluvia intente permanecer seco. Quítate la ropa mojada en cuanto puedas ya que enfría el cuerpo rápidamente.
  • La tiritonas son una señal inequívoca de pérdida de calor. En este caso evita permanecer a la intemperie y refúgiate en un lugar cálido.
  • En caso de tener que realizar un trabajo físico al aire libre ten precaución, especialmente si sufres hipertensión o alguna dolencia cardiorrespiratoria.
  • Respira siempre por la nariz ya que, al calentarse el aire durante su paso por las fosas nasales, se disminuye el frío que llega a los pulmones.
  • Las heladas traen consigo un incremento del riesgo de caídas con lo que debes extremar la precaución (independientemente de tu edad).
  • Procura estar pendiente de las personas que puedan estar en situación de vulnerabilidad ante el frío. En caso necesario contacta con el 112.
  • Se recomienda la vacunación contra la gripe en mayores de 60 años y en las que padecen alguna enfermedad crónica. Ante cualquier duda consulta con tu médico.

La piel, la gran olvidada

Durante los meses de invierno la piel también necesita cuidados extra. Al volverse más seca pueden aparecer rojeces, cierta tirantez o pequeñas grietas.

Una de las causas de mayor sufrimiento de la piel (y principales causantes de resfriados) son los cambios bruscos de temperatura. El trayecto de casa al trabajo suele pasar por distintas fases: calle, transporte, de nuevo calle y finalmente oficina. La piel apenas tiene tiempo para adecuarse del frío del exterior al calor de los ambientes cerrados, de ahí que sea tan importante compensar estos vaivenes.

Manos, labios y cabello

Cuando hablamos de piel solemos pensar únicamente en la del rostro. De igual manera, las manos son una parte muy sensible de nuestro cuerpo  que se encuentra continuamente expuesta. El uso de guantes y aplicar una buena crema hidratante tantas veces como sea necesario, suelen ser los dos hábitos más efectivos para su cuidado.

En cuanto a los labios, un producto específico que actúe como barrera protectora ayudará a evitar su sequedad.

Al igual que sucede con la piel de otras zonas, los cambios de temperatura contribuyen a la deshidratación del pelo, pudiendo sufrir una descamación del cuero cabelludo.  El uso de mascarillas nutritivas como complemento de su lavado contrarrestará este efecto.

 

La higiene de las manos

Mantener la piel en buenas condiciones durante la jornada laboral es indispensable para evitar problemas en ella. Protegerla y mantenerla limpia y a salvo de gérmenes son los aspectos más importantes para su cuidado.

Para lavar correctamente la piel usa sólo el jabón necesario añadiendo poca agua. Luego frota a fondo incidiendo en ambas caras de la mano, entre dedos y uñas. Finalmente aclara con abundante agua y seca con suavidad.

Las toallas de papel de baja calidad y los secadores de aire caliente suelen secar la piel. A falta de otra opción, compensa su uso hidratando la piel enseguida.

Por otra parte, la hidratación desde dentro resulta igual de importante y beneficiosa para tu organismo. Procura disfrutar de una alimentación equilibrada, beber 2 litros de agua al día, realizar alguna actividad física con regularidad y descansar suficiente.

 

Los factores ambientales

En los espacios cerrados la piel se encuentra expuesta a la polución derivada del aire acondicionado y la calefacción, lo que disminuye a su vez la humedad del ambiente. Al acumular más toxinas la piel pierde uniformidad, elasticidad y luminosidad.

Para compensar esa pérdida de humedad es recomendable el uso de humidificadores o trucos similares como colocar un recipiente de cristal lleno de agua junto al radiador.

Por su parte, las fuentes de calor directas traen consigo alteraciones en algunos tipos de piel que pueden ser irreversibles por lo que conviene evitarlas.

Según vamos adentrándonos en el otoño, debemos ir fortaleciendo el cuerpo para afrontar los meses de invierno de la mejor manera posible. Las pautas anteriores combinadas con un estilo de vida saludable te ayudarán a conseguirlo. 

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