¿Sufres el síndrome de la cabaña?

Llevamos semanas confinados en casa para hacer frente a la pandemia del coronavirus. Justo ahora que comenzamos a salir puede pasar que haya quienes sientan cierta ansiedad por ello. La primera consecuencia lógica es retrasar esa salida anteriormente tan anhelada. Pero ¿por qué pasa esto?

 

Nuestro refugio

Sentirnos seguros en tiempos inciertos no tiene precio. La capacidad de adaptación del ser humano es tan grande que al final muchos han acabado por acostumbrarse a la rutina del confinamiento.

Así como el encierro ha generado apatía, desilusión o insomnio en algunos de ellos, en otros ha sido todo lo contrario. Su hogar se ha convertido en un refugio cómodo y seguro y les invade el miedo al pensar en abandonarlo, aunque sea por unos instantes.

Ya no percibimos el mundo de la misma manera que antes. Nos encontramos ante un escenario nuevo que habrá que ir conquistando poco a poco, cada uno a su ritmo, y evidentemente más complicado para quienes hayan sufrido pérdidas o situaciones traumáticas.

 

Qué es el síndrome de la cabaña

El trastorno asociado al miedo a salir de un entorno que consideramos seguro (aun no siendo el ideal) es conocido como síndrome de la cabaña. Por lo general, suelen presentarlo enfermos ingresados durante un largo periodo de tiempo, presos que han cumplido largas condenas o víctimas de secuestro. La desescalada que acabamos de comenzar en nuestro país ha hecho que se modifique el perfil de aquellos que lo sufren.

Por otra parte, resulta muy sintomático que haya quienes estén cómodos con el escaso contacto humano, llegando incluso a evitarlo. Esto podría ocultar problemas de inseguridades, baja autoestima o miedo al rechazo, por lo que sería bueno analizar las causas en profundidad. De todas maneras, también es cierto que aunque no sea de forma presencial, la tecnología (y en concreto las videollamadas) nos permiten seguir manteniendo el contacto, incluso a veces demasiado.

 

Un proceso paulatino

Volver a la normalidad después del estado de alarma es un proceso paulatino que hay que respetar. Quien más y quien menos ha creado nuevos y beneficiosos hábitos durante estas semanas. ¿Por qué abandonarlos ahora? Si has aprendido algo nuevo y te ha servido aprovéchalo y adáptalo a tus anteriores rutinas, sobre todo si te hace sentir bien.

El hecho de teletrabajar y conciliar nos ha permitido estar activos sin modificar demasiado los horarios con lo que la desescalada implicará menos esfuerzo. Para aquellos que hayan permanecido algo aletargados es recomendable ir recuperando las rutinas a fin de hacer más llevadera la transición. Madrugar, vigilar la hora de irse a dormir y realizar actividades que estimulen ayudará a recuperar la sensación de control de sus vidas.

Conviene plantearse objetivos asequibles sin compararse con los demás. Cada persona tiene sus circunstancias y su propio ritmo. En cualquier caso, tal como indica la Clínica Mayo, sentir miedo, tristeza, ira y dolor ante las complicaciones derivadas de la crisis sanitaria y económica es algo natural y razonable.

Es preciso reconocerlo y convertirlo en acciones proactivas que ayuden a garantizar la seguridad. De hecho, las autoridades sanitarias nos recuerdan que no hay que bajar la guardia ya que el coronavirus sigue con nosotros. Por eso es tan importante seguir cumpliendo con las medidas de seguridad recomendadas.

 

Un proceso emocional

Durante esta cuarentena estamos pasando por muchas fases emocionales, también derivadas de haberla pasado solos o en compañía. Las situaciones difíciles se desarrollan en varias etapas. Conocerlas ayuda a aceptarlas y superarlas de una forma amable.

La noticia de un virus en China, la negación de que fuera a llegar a España, el miedo (tanto el sano asociado a la prudencia como al tóxico vinculado a la histeria colectiva), el sentimiento de vulnerabilidad y tristeza y la aceptación de la realidad que trae serenidad y confianza son las distintas fases progresivas por las que hemos ido pasando.

Ser conscientes de ello sin sentirnos culpables ayudará a sentirnos emocionalmente mejor y más tranquilos. Es bueno expresar nuestros temores para entenderlos y aceptarlos.

 

Herramientas muy efectivas

La Agencia Espacial Europea ha lanzado Crowdless (literalmente ‘sin multitudes’), una aplicación para móviles con el fin de alertar de espacios o establecimientos concurridos por la población. De esta manera es posible planificar un recorrido alternativo con la tranquilidad de evitar aglomeraciones. Salir de casa sabiendo si el supermercado está abarrotado de gente o si la cola del quiosco es considerable ayuda a superar el síndrome de la cabaña.

Crowdless es una herramienta que emplea datos anónimos de distintos satélites y la inteligencia artificial, así como otros servicios como Google Maps o Google Services para localizar grandes volúmenes de personas. A grandes rasgos, la aplicación cruza y combina la información obtenida de las distintas fuentes para detectar el movimiento.

Además, su utilidad se extiende tanto al paseo con los niños como a un futuro cercano ya que se prevee que el distanciamiento social nos acompañe durante un largo periodo de tiempo. Otra herramienta muy útil en estos tiempos es 1Km que permite calcular esta distancia para cumplir las indicaciones en relación a las salidas con tus hijos menores de 14 años.

 

No todo el mundo se encuentra preparado para disfrutar de la cierta flexibilidad que acompaña al confinamiento desde hace unos días. La perspectiva de retomar poco a poco la vida social y laboral produce sensaciones muy contrarias en las personas.

El miedo al contagio, haber disfrutado de nuevos hábitos durante el confinamiento y otros temores completamente lógicos y adaptativos (y en cierto modo hasta recomendables porque nos mantienen alerta) son los causantes de inseguridades o recelos que todos podemos sufrir. Superarlo es sólo cuestión de ser flexibles con nosotros mismos y tomarnos nuestro tiempo para hacerlo.

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