Cómo entrenar el cerebro y mantenerlo joven

Al igual que dedicas un tiempo específico a la semana a entrenar el cuerpo, el cerebro también necesita ejercitar sus capacidades.

Entrenar el cerebro supone un reto diario y constante en el que debes abandonar la zona de confort. A continuación te proponemos distintas ideas que puedes poner en práctica hoy mismo para mantenerlo joven y bien despierto.

Hacer deporte ejercitar el cerebro

Es evidente que el deporte  ayuda a mantenerte en forma y sentirte bien, pero no sólo es beneficioso en ese sentido. A nivel cognitivo el ejercicio físico regular (al menos unos 30 minutos diarios varias veces a la semana) puede contribuir a protegerte de enfermedades neurodegenerativas que conllevan un deterioro mental como el Alzheimer.

El cerebro también necesita descansar

Tu cerebro es capaz de estar concentrado al máximo entre 90 y 120 minutos. Una vez alcanzado ese tiempo será necesario hacer un alto en la jornada laboral a fin de que siga resultando productiva. Cambiar de actividad, estirar las piernas o tomarte un té son algunas de las maneras de ayudar al cerebro a descansar.

Por su parte, dormir  las horas necesarias es indispensable para una vida sana. Si te cuesta conciliar el sueño, plánteate cambiar de hábitos antes de ir a dormir. Ventilar la habitación vigilando la temperatura, prescindir de la cafeína y decir adiós a las pantallas son algunos de los que puedes poner en práctica.

Lee

Leer es una de las maneras más sencillas y asequibles de estimular la mente. Fomentar la lectura entre los más pequeños es un regalo que les durará siempre. ¿Por qué no predicar con el ejemplo? Dedicar un rato a la lectura antes de dormir te ayudará a cambiar el chip y relajarte después de una intensa jornada.

¿Te has dado cuenta de todo el tiempo que inviertes en los medios de transporte? Aprovecha cualquier ratito para avanzar en la lectura de una novela que te apetezca, una biografía de alguien que te interese o incluso un libro acerca de una afición o tema relacionado con tu trabajo. Amplía tu conocimiento y nunca dejes de aprender.

Las relaciones sociales también son un buen entrenamiento para el cerebro. Apuntarte a un club de lectura es una magnífica manera de poner en práctica ambas ideas. Además te asegura una cierta calidad en los títulos propuestos, te permite descubrir autores, obras y estilos que desconocías, te predispone a una lectura más atenta pensando en el debate posterior y te ayuda a descubrir distintas perspectivas de un mismo texto.

Potencia la imaginación

Observa a las personas desconocidas con las que te cruzas. Pon a prueba tu intuición y desarrolla una historia sobre cada una. También puedes hacerlo con alguien e intercambiar impresiones.

Cambiar las rutinas

Algo tan automático como cepillarte los dientes puede ser un modo ingenioso de engrasar los circuitos de la atención, según explica la teoría desarrollada por el neurólogo Lawrence Katz en su obra La mente despierta. Lo novedoso no es la tarea en sí, sino llevarla a cabo de una manera distinta, es decir, con la mano que no utilizas habitualmente. Esto ayuda a construir una nueva conexión neuronal beneficiosa para el cerebro.

Nunca es tarde para aprender

Seguramente tengas una espinita clavada, algo que te hubiera gustado aprender pero que por diversas circunstancias has ido posponiendo. Ha llegado el momento.

 Aprender un idioma, mejorar las técnicas de cocina, aprender a bailar, recibir clases de pintura, apuntarte a alfarería, hacer punto, tocar un instrumento… Aunque distintos en apariencia, todas estas aficiones comparten procesos mentales como la percepción, la memoria y el razonamiento. Recuerda que la constancia y la motivación son fundamentales para el aprendizaje.

Dale un descanso a Google

La primera vez que se habló del  ‘efecto Google’ fue en el experimento liderado por Betsy Sparrow de la Universidad de Colombia. En dicho documento publicado por la revista Science queda patente que la existencia de los motores de búsqueda influye en los hábitos de memoria.  Este efecto se describe como la tendencia a no recordar los datos que confiamos que podemos recuperar o consultar inmediatamente.

El hecho de poder consultar en Internet una información y encontrar respuesta inmediata es maravilloso. Pero es necesario plantear hasta qué punto debilita nuestros recursos mentales.

En la medida de lo posible, y si se trata de una información que conocías de antemano, intenta hacer memoria para dar con la respuesta.

Concéntrate en una sola tarea

Está demostrado que al intentar abarcar varias tareas a la vez, el cerebro se ve obligado a repartir la atención con lo que disminuye su rendimiento, creando además una situación de estrés.

Haz una lista de tareas pendientes ordenadas por prioridad y no pases a la siguiente hasta no haber concluido la anterior.

Entrena tu memoria fotográfica

Seguramente estés cansado de recorrer todos los días el mismo camino. Pero ¿serías capaz de recordar todos los establecimientos por los que pasas?

Hacer siempre la misma ruta termina por ser algo automático a lo que no prestamos atención. En vez de observar la calle y a las personas solemos ir ensimismados en nuestros pensamientos, la mayoría de las veces con los auriculares.

Cambiar de recorrido a menudo te ayudará a estar más atento a todos los estímulos visuales y auditivos que la calle te ofrece.

Ponte a prueba con pequeños retos

Desarrolla el potencial de tu cerebro con pequeños retos diarios que te ayudarán a mantenerte activo mentalmente y superarte cada día.

  • Memorizar matrículas
  • Memorizar números de teléfono
  • Leer una lista de palabras e intentar recordar las máximas posibles
  • Colocar varios objetos en la mesa y averiguar cuál nos han quitado
  • Recordar qué comiste ayer o qué hacías justo hace un mes
  • Qué tiempo hacía una semana
  • Juega al memory con tus hijos
  • Aficiónate a los sudokus, crucigramas y sopas de letras
  • Juega al ajedrez
  • Ver películas en versión original
  • Desentraña el cubo de Rubik
  • Haz puzzles

 

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